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Nuestra vida está llena de personajes que nos han ido calando, que nos han tocado por “bueno o por lo malo” y que se han convertido en parte de nosotros mismos. Personajes populares, de los dibujos, de las noticias, de las peliculas, de nuestra imaginación... En ellos nos hemos sentido reflejados, hemos querido ser cómo ellos abiertamente o a escondidas, nos hemos emocionado o indignado con sus aventuras, nos hemos puesto en su piel.
Ahora nos acompañan y si nos fijamos podemos ver como sacan la cabeza en diferentes situaciones. Quizás cuando sientes que puedes con todo sale Superman, cuando te enfadas sale un gremlin, cuando te sientes pequeña sale Cenicienta, cuando te sientes fuerte sale Popeye... Cada cual tenemos nuestro repertorio particular.
Algunos de estos personajes los mostramos con orgullo, otros los escondemos avergonzados. Pero no seríamos quienes somos sin todos ellos y a todos los hemos escogido porque los necesitábamos por alguna razón.
Y de vez en cuando vale la pena hacer una fiesta interna e invitarlos a todos. Darles la bienvenida de nuevo, abrazarlos, darles las gracias por todo el que han hecho por nosotros. Quizás despedirnos de alguno de ellos y decirles que siempre estarán en nuestro corazón.
Si, de vez en cuando vale la pena apoyarnos entre todos, hacer humo de las tristezas y recordarnos que cualquier noche puede salir el sol.
